martes, 13 de noviembre de 2012

Siempre recordando


Este lugar, en la playa de Itaúna fue mi lugar de meditación donde reflexionaba cada detalle que pasaba en mi intercambio que hice de un año en Brasil. Los atardeceres eran hermosos y me hacías sentir que la vida es extraordinaria. Una día, había tenido un día muy malo, fue al comienzo de mi intercambio cuando todavía no dominaba bien el idioma y no me podía comunicar bien con las personas. Un día me sentí muy frustrada y después de ir al colegio corrí a la playa a este lugar especial, era una dulce medicina para mi alma. Me senté en la playa y las olas reflejaban mis emociones, fuertes y amenazantes. No había nadie en la playa mas que yo y mis sentimientos. por alguna extraña razón quería llorar pero las lagrimas no podían salir de mis ojos. Por mas que intentaba sacar las emociones enredadas en mi, no podía. Enojada miré hacia el cielo y grite "¡sácame este nudo, este dolor que no puedo llorar!". Me sentí tonta hablando sola, dando gracias que estaba sola. Entonces escuche a alguien acercarse por atrás y cuando voltee a ver, era un perro callejero que se aproximaba sin miedo hacia mí. Buscando sombra en un sol intenso se acostó junto a mi recargando su cabeza en mi pierna. Lo quise alejar pero no pude, y al ver que era inofensivo lo dejé quedarse. Mire al mar de nuevo y luego al perro que yacía junto a mi. Entonces las palabras comenzaron a salir de mi boca, contándole al perro todo lo que hacia enojarme y estar triste, las lagrimas comenzaron a correr sin parar de mis ojos, sacando todo el dolor que llevaba dentro y que no podía sacar. Seguí y seguí. Después de un tiempo de llorar y hablar sin parar el perro se levanto, me vio a los ojos y comenzó a caminar hacia otro rumbo. Yo, aliviada y sintiendo que había tenido un amigo al quien contarle mis penas voltee de nuevo hacia el cielo y dije "gracias". Este es mi lugar preferido de todo el mundo. 



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